Cada 24 de octubre se conmemora en todo el mundo el Día Internacional Contra el Cambio Climático, un día establecido por Naciones Unidas para sensibilizar sobre sus devastadoras consecuencias, algunas de las cuales ya son visibles en todo el planeta, nos encontramos en un momento decisivo para afrontar con éxito el mayor desafío de nuestro tiempo: el cambio climático.
Cada día, en diferentes puntos de la geografía mundial, el planeta nos manda mensajes sobre las enormes transformaciones que está sufriendo: desde cambiantes pautas meteorológicas que amenazan la producción de alimentos; hasta el aumento del nivel del mar que incrementa el riesgo de inundaciones catastróficas.
Los efectos del cambio climático nos afectan a todos. Si no se toman medidas drásticas desde ya, será mucho más difícil y costoso adaptarse a sus efectos en el futuro.
Después de más de un siglo y medio de industrialización, deforestación y agricultura a gran escala, las cantidades de gases de efecto invernadero en la atmósfera se han incrementado en niveles nunca antes vistos en tres millones de años.
A medida que la población, las economías y el nivel de vida – con el asociado incremento del consumo— crecen, también lo hace el nivel acumulado de emisiones de ese tipo de gases.
El crecimiento demográfico y las posibilidades del ser humano de transformar, impactar y fraccionar áreas protegidas y paisajes naturales en gran escala es una preocupación. El establecimiento de áreas protegidas como instrumento en el ordenamiento territorial es una repuesta a la necesidad de conservar importantes espacios por múltiples motivos como la protección de la biodiversidad, el mantenimiento de paisajes, la conservación de especies y especies en peligro de extinción, la protección de muestras representativas de ecosistemas, especies silvestres y recursos genéticos entre otros, además, las áreas protegidas son insustituibles para proveer servicios ecosistémicos tan importantes como la provisión de fuentes de agua, la producción de oxígeno, la absorción del dióxido de carbono, la regulación del clima, alimento, materia prima, entre otros.
Las áreas protegidas son porciones terrestres o acuáticas representativas de los diversos ecosistemas, en donde el ambiente original no ha sido esencialmente alterado y que producen beneficios ecológicos que son cada vez más reconocidos y valorados. Las áreas protegidas están sujetas a regímenes especiales de protección, conservación, restauración y desarrollo, según las diferentes categorías establecidas. La responsabilidad de manejar de manera eficiente un área protegida se complica cuando no hay compromiso ni valoración desde la población, cuando están en constante amenaza de ser destruidas y degradadas, y bajo condiciones cambiantes del clima se exacerba el adecuado manejo dentro de las áreas que son primordiales para reducir la vulnerabilidad de las comunidades locales y los ecosistemas.
Para mitigar los efectos del cambio climático entre las acciones del CONAP, en el contexto de las áreas protegidas hay dos estrategias principales para la mitigación. Los ecosistemas, sobre todo los bosques, pueden 1) almacenar el CO2 y 2) capturar el CO2 .
Almacenar el CO2 significa impedir que el carbono fijado en la vegetación y el suelo se escape a la atmósfera. En las áreas protegidas se busca establecer y manejar los diferentes espacios geográficos con sus restricciones y potencialidades, son importantes herramientas para impedir el cambio de uso de la tierra en general. Cuentan con reglas claramente establecidas bajo los criterios de un desarrollo sostenible para su espacio geográfico, a favor de la conservación de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos. Las principales actividades para almacenar CO2 se pueden agrupar generalmente bajo las acciones de conservación.
Capturar el CO2 busca fijar el dióxido de carbono que se encuentra libre en la atmósfera, mediante los servicios que prestan los ecosistemas, muchas áreas protegidas en Guatemala tienen el potencial y el espacio de restauración o de regeneración natural de bosques, u otros ecosistemas degradados. Ellos ofrecen un ámbito ecológico ideal y legalmente reconocido para fomentar medidas de recuperación o de reforestación. Las principales actividades para capturar CO2 se pueden agrupar generalmente bajo las acciones de restauración.
Acciones puntuales: Proyecto Guatecarbon en la Zona de Uso Múltiple de la Reserva de la Biosfera Maya, en conjunto con los concesionarios. Y diferentes modelos de manejo del Sistema Guatemalteco de Áreas Protegidas -SIGAP-, que formarán parte del Programa Nacional de Reducción de Emisiones.
La implicación del cambio climático es multifactorial. El cambio climático nos enfrenta a dos situaciones: La primera es el cambio paulatino del clima durante las próximas décadas (con temperaturas más altas, menos o más lluvias en algunas regiones, etc.). La segunda es que se agravan los eventos meteorológicos extremos, como son las inundaciones o los huracanes que provocan impactos muy fuertes en un periodo relativamente corto y la capacidad de las poblaciones humanas y los ecosistemas de recuperarse. La vulnerabilidad dependerá del carácter, magnitud y rapidez del cambio climático al que esté expuesto un sistema.
En el contexto de cambio climático, todos los diferentes tipos de áreas protegidas son importantes, apoyan la resiliencia o transformabilidad de los ecosistemas, las áreas protegidas son indispensables para reducir la vulnerabilidad y promover la adaptación de las sociedades basadas en los ecosistemas.
El cambio climático representa un estrés adicional para muchos ecosistemas, para la flora y fauna, y la naturaleza en general: podemos verlo como una amenaza o un problema, pero también presenta algunas oportunidades. El involucramiento de las estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático en la planificación y manejo de modelos de conservación en el SIGAP debiendo crear sinergias e involucramiento de la mayor cantidad de actores posibles para intercambiar y compartir opiniones, capacitar, sensibilizar y finalmente tomar decisiones en conjunto.
No obstante, el tema del cambio climático tiene una particularidad: posee un aspecto de incertidumbre, es decir que no se sabe con certeza como serán afectadas las personas individualmente, las sociedades, los ecosistemas y la naturaleza en general, aunque ya se han documentado tendencias. La incertidumbre resalta la importancia de que el cambio climático sea considerado de forma transversal en las agendas nacionales, donde a los gobiernos y a la sociedad en su conjunto les compete intervenir. Esa circunstancia brinda a las Áreas Protegidas y el SIGAP un interés común de fortalecerlas y reconocerlas como proveedoras de servicios ecosistémicos y como herramientas que proporcionan Soluciones Basadas en la Naturaleza, en la mitigación y la adaptación al cambio climático.
Las áreas protegidas y la biodiversidad del país patrimonio natural de todos los guatemaltecos.
Cada 24 de octubre se conmemora en todo el mundo el Día Internacional Contra el Cambio Climático, un día establecido por Naciones Unidas para sensibilizar sobre sus devastadoras consecuencias, algunas de las cuales ya son visibles en todo el planeta, nos encontramos en un momento decisivo para afrontar con éxito el mayor desafío de nuestro tiempo: el cambio climático.
Cada día, en diferentes puntos de la geografía mundial, el planeta nos manda mensajes sobre las enormes transformaciones que está sufriendo: desde cambiantes pautas meteorológicas que amenazan la producción de alimentos; hasta el aumento del nivel del mar que incrementa el riesgo de inundaciones catastróficas.
Los efectos del cambio climático nos afectan a todos. Si no se toman medidas drásticas desde ya, será mucho más difícil y costoso adaptarse a sus efectos en el futuro.
Después de más de un siglo y medio de industrialización, deforestación y agricultura a gran escala, las cantidades de gases de efecto invernadero en la atmósfera se han incrementado en niveles nunca antes vistos en tres millones de años.
A medida que la población, las economías y el nivel de vida – con el asociado incremento del consumo— crecen, también lo hace el nivel acumulado de emisiones de ese tipo de gases.
El crecimiento demográfico y las posibilidades del ser humano de transformar, impactar y fraccionar áreas protegidas y paisajes naturales en gran escala es una preocupación. El establecimiento de áreas protegidas como instrumento en el ordenamiento territorial es una repuesta a la necesidad de conservar importantes espacios por múltiples motivos como la protección de la biodiversidad, el mantenimiento de paisajes, la conservación de especies y especies en peligro de extinción, la protección de muestras representativas de ecosistemas, especies silvestres y recursos genéticos entre otros, además, las áreas protegidas son insustituibles para proveer servicios ecosistémicos tan importantes como la provisión de fuentes de agua, la producción de oxígeno, la absorción del dióxido de carbono, la regulación del clima, alimento, materia prima, entre otros.
Las áreas protegidas son porciones terrestres o acuáticas representativas de los diversos ecosistemas, en donde el ambiente original no ha sido esencialmente alterado y que producen beneficios ecológicos que son cada vez más reconocidos y valorados. Las áreas protegidas están sujetas a regímenes especiales de protección, conservación, restauración y desarrollo, según las diferentes categorías establecidas. La responsabilidad de manejar de manera eficiente un área protegida se complica cuando no hay compromiso ni valoración desde la población, cuando están en constante amenaza de ser destruidas y degradadas, y bajo condiciones cambiantes del clima se exacerba el adecuado manejo dentro de las áreas que son primordiales para reducir la vulnerabilidad de las comunidades locales y los ecosistemas.
Para mitigar los efectos del cambio climático entre las acciones del CONAP, en el contexto de las áreas protegidas hay dos estrategias principales para la mitigación. Los ecosistemas, sobre todo los bosques, pueden 1) almacenar el CO2 y 2) capturar el CO2 .
Almacenar el CO2 significa impedir que el carbono fijado en la vegetación y el suelo se escape a la atmósfera. En las áreas protegidas se busca establecer y manejar los diferentes espacios geográficos con sus restricciones y potencialidades, son importantes herramientas para impedir el cambio de uso de la tierra en general. Cuentan con reglas claramente establecidas bajo los criterios de un desarrollo sostenible para su espacio geográfico, a favor de la conservación de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos. Las principales actividades para almacenar CO2 se pueden agrupar generalmente bajo las acciones de conservación.
Capturar el CO2 busca fijar el dióxido de carbono que se encuentra libre en la atmósfera, mediante los servicios que prestan los ecosistemas, muchas áreas protegidas en Guatemala tienen el potencial y el espacio de restauración o de regeneración natural de bosques, u otros ecosistemas degradados. Ellos ofrecen un ámbito ecológico ideal y legalmente reconocido para fomentar medidas de recuperación o de reforestación. Las principales actividades para capturar CO2 se pueden agrupar generalmente bajo las acciones de restauración.
Acciones puntuales: Proyecto Guatecarbon en la Zona de Uso Múltiple de la Reserva de la Biosfera Maya, en conjunto con los concesionarios. Y diferentes modelos de manejo del Sistema Guatemalteco de Áreas Protegidas -SIGAP-, que formarán parte del Programa Nacional de Reducción de Emisiones.
La implicación del cambio climático es multifactorial. El cambio climático nos enfrenta a dos situaciones: La primera es el cambio paulatino del clima durante las próximas décadas (con temperaturas más altas, menos o más lluvias en algunas regiones, etc.). La segunda es que se agravan los eventos meteorológicos extremos, como son las inundaciones o los huracanes que provocan impactos muy fuertes en un periodo relativamente corto y la capacidad de las poblaciones humanas y los ecosistemas de recuperarse. La vulnerabilidad dependerá del carácter, magnitud y rapidez del cambio climático al que esté expuesto un sistema.
En el contexto de cambio climático, todos los diferentes tipos de áreas protegidas son importantes, apoyan la resiliencia o transformabilidad de los ecosistemas, las áreas protegidas son indispensables para reducir la vulnerabilidad y promover la adaptación de las sociedades basadas en los ecosistemas.
El cambio climático representa un estrés adicional para muchos ecosistemas, para la flora y fauna, y la naturaleza en general: podemos verlo como una amenaza o un problema, pero también presenta algunas oportunidades. El involucramiento de las estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático en la planificación y manejo de modelos de conservación en el SIGAP debiendo crear sinergias e involucramiento de la mayor cantidad de actores posibles para intercambiar y compartir opiniones, capacitar, sensibilizar y finalmente tomar decisiones en conjunto.
No obstante, el tema del cambio climático tiene una particularidad: posee un aspecto de incertidumbre, es decir que no se sabe con certeza como serán afectadas las personas individualmente, las sociedades, los ecosistemas y la naturaleza en general, aunque ya se han documentado tendencias. La incertidumbre resalta la importancia de que el cambio climático sea considerado de forma transversal en las agendas nacionales, donde a los gobiernos y a la sociedad en su conjunto les compete intervenir. Esa circunstancia brinda a las Áreas Protegidas y el SIGAP un interés común de fortalecerlas y reconocerlas como proveedoras de servicios ecosistémicos y como herramientas que proporcionan Soluciones Basadas en la Naturaleza, en la mitigación y la adaptación al cambio climático.
Las áreas protegidas y la biodiversidad del país patrimonio natural de todos los guatemaltecos.
Recuperemos juntos la #EternaPrimavera
Guatemala 24 de octubre del 2020.
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