El tráfico y comercio ilegal, no es solo un delito, es una tragedia para la biodiversidad
Cada animal que habita nuestros bosques, ríos y cielos son fundamentales en el equilibrio del planeta. Sin ellos, no hay ecosistemas, sin ecosistemas, no hay humanidad.
Cada año, miles de animales silvestres son arrancados de su hábitat, separados de sus familias, encerrados en cajas, jaulas o costales, y transportados en condiciones inhumanas. Muchos no sobreviven en el viaje. Los que lo hacen, llegan con fracturas, infecciones, desnutrición o traumas irreversibles. Esta es la realidad brutal del tráfico ilegal de fauna silvestre.
Imágenes sensibles con fines de mostrar la realidad que sufren los animales silvestres producto del tráfico ilegal
El maltrato silencioso, detrás de cada animal silvestre vendido ilegalmente hay una historia de sufrimiento extremo. El tráfico no solo es ilegal: es brutal. Los traficantes no ven animales, ven mercancía. Y en ese proceso, la crueldad se vuelve rutina.
La captura violenta, muchos animales son capturados con métodos crueles: redes improvisadas, trampas con alambre, golpes, persecuciones hasta el agotamiento. En el caso de los primates, es común que maten a la madre para robar a la cría, dejándola huérfana, traumatizada y con heridas físicas y emocionales profundas.
El transporte inhumano, una vez capturados, los animales son escondidos en cajas, costales, botellas de plástico o tubos de PVC. No hay ventilación, ni agua, ni alimento. Muchos mueren asfixiados, aplastados o por estrés térmico antes de llegar al punto de venta.
Se dan mutilaciones y sometimiento, esto para evitar que escapen o se defiendan, los traficantes cortan alas, colmillos, garras o colas. A las aves les arrancan plumas de vuelo; a los reptiles, los inmovilizan con cinta adhesiva, a las iguanas las amarran con sus propias falanges. Todo esto sin anestesia, sin cuidado, sin compasión.
Las secuelas físicas y psicológicas en los sobrevivientes, estos llegan a los centros de rescate con fracturas, infecciones, desnutrición severa, sarna, parásitos y traumas conductuales. Algunos nunca se recuperan del todo. Otros deben pasar años en rehabilitación antes de poder ser liberados —si es que logran hacerlo.
Este nivel de maltrato no es accidental: es parte del negocio. Y mientras haya demanda, habrá sufrimiento. Por eso, no basta con castigar al traficante. Hay que cortar la cadena desde la raíz: la compra.
Cada persona que compra exhibe o presume un animal silvestre como mascota o adorno, se convierte en cómplice directo de esta cadena de crueldad.
El tráfico de fauna silvestre es el tercer negocio ilegal más lucrativo del mundo, después de las drogas y las armas. Pero más allá de las cifras, es una tragedia moral. No se trata solo de leyes violadas, sino de vidas destruidas. La demanda es el motor del crimen.
¿Quién tiene la culpa?
El que caza ilegalmente y vende ilegalmente, sí.
El que transporta, también.
Pero quien compra, financia y perpetúa el ciclo es el principal responsable.
Tener un mono, un tucán o una serpiente entre otros como mascota, proveniente del tráfico ilegal, no es exótico ni admirable: ES CRUEL. Es contribuir a la extinción, al sufrimiento y al desequilibrio ecológico.
Tener un animal silvestre no es salvarlo. Es robarle su libertad. Es condenarlo a una vida de encierro, soledad y sufrimiento. Y es poner en riesgo la salud pública, la biodiversidad y el equilibrio ecológico.
El Tráfico Ilegal de Fauna Silvestre es un Delito. No seas cómplice.
En Guatemala, capturar, transportar, vender o comprar animales silvestres sin autorización es un delito penal, sancionado por la Ley de Áreas Protegidas (Decreto 4-89) con penas de 5 a 10 años de prisión y multas de Q10,000 a Q20,000.
Este delito no solo destruye vidas animales: alimenta redes de crimen organizado, pone en riesgo la salud pública por enfermedades zoonóticas y atenta contra el patrimonio natural del país.
¿Qué podemos hacer?
No compres fauna silvestre de origen ilegal. Nunca.
Denuncia el tráfico y la tenencia ilegal.
Apoya centros de rescate.
Comparte información y sensibiliza a tu comunidad.
Exige a las autoridades que apliquen la ley, pero también asume tu parte como ciudadano responsable.
Protegerlos no es tarea de unos pocos: es responsabilidad de todos. Porque lo que hagamos hoy con la fauna silvestre define no solo qué planeta dejaremos a las futuras generaciones, sino también qué tipo de generaciones dejaremos al planeta.
Lastimar, herir o maltratar a un animal silvestre no es un accidente: es una decisión. Y cada decisión cuenta.
Que nuestras acciones hablen de respeto, de conciencia y de amor por la vida. Porque cuando protegemos a los animales, nos protegemos a nosotros mismos.
Proteger la fauna silvestre no es un favor: es un deber, porque cada animal que muere en una caja es una historia que se apaga. Y cada persona que calla o compra ilegalmente, es COMPLICE DEL TRÁFICO ILEGAL Y MALTRATO ANIMAL.
El CONAP cuenta con el apoyo de socios estratégicos para la atención de la fauna silvestre ya que cuentan con especialistas, equipo, espacio y atención médica veterinaria como los Centros de Rescates ARCAS, Antigua Exótic, IRTRA, el Centro de Conservación Marina, Zoológico Nacional La Aurora, entre otros.
¡COMPRAR NO ES RESCATAR! ¡ES MANTENER EL CICLO DEL SUFRIMIENTO!
¡El silencio y complicidad que mata!
El tráfico y comercio ilegal, no es solo un delito, es una tragedia para la biodiversidad
Cada animal que habita nuestros bosques, ríos y cielos son fundamentales en el equilibrio del planeta. Sin ellos, no hay ecosistemas, sin ecosistemas, no hay humanidad.
Cada año, miles de animales silvestres son arrancados de su hábitat, separados de sus familias, encerrados en cajas, jaulas o costales, y transportados en condiciones inhumanas. Muchos no sobreviven en el viaje. Los que lo hacen, llegan con fracturas, infecciones, desnutrición o traumas irreversibles. Esta es la realidad brutal del tráfico ilegal de fauna silvestre.
Imágenes sensibles con fines de mostrar la realidad que sufren los animales silvestres producto del tráfico ilegal
El maltrato silencioso, detrás de cada animal silvestre vendido ilegalmente hay una historia de sufrimiento extremo. El tráfico no solo es ilegal: es brutal. Los traficantes no ven animales, ven mercancía. Y en ese proceso, la crueldad se vuelve rutina.
La captura violenta, muchos animales son capturados con métodos crueles: redes improvisadas, trampas con alambre, golpes, persecuciones hasta el agotamiento. En el caso de los primates, es común que maten a la madre para robar a la cría, dejándola huérfana, traumatizada y con heridas físicas y emocionales profundas.
El transporte inhumano, una vez capturados, los animales son escondidos en cajas, costales, botellas de plástico o tubos de PVC. No hay ventilación, ni agua, ni alimento. Muchos mueren asfixiados, aplastados o por estrés térmico antes de llegar al punto de venta.
Se dan mutilaciones y sometimiento, esto para evitar que escapen o se defiendan, los traficantes cortan alas, colmillos, garras o colas. A las aves les arrancan plumas de vuelo; a los reptiles, los inmovilizan con cinta adhesiva, a las iguanas las amarran con sus propias falanges. Todo esto sin anestesia, sin cuidado, sin compasión.
Las secuelas físicas y psicológicas en los sobrevivientes, estos llegan a los centros de rescate con fracturas, infecciones, desnutrición severa, sarna, parásitos y traumas conductuales. Algunos nunca se recuperan del todo. Otros deben pasar años en rehabilitación antes de poder ser liberados —si es que logran hacerlo.
Este nivel de maltrato no es accidental: es parte del negocio. Y mientras haya demanda, habrá sufrimiento. Por eso, no basta con castigar al traficante. Hay que cortar la cadena desde la raíz: la compra.
Cada persona que compra exhibe o presume un animal silvestre como mascota o adorno, se convierte en cómplice directo de esta cadena de crueldad.
El tráfico de fauna silvestre es el tercer negocio ilegal más lucrativo del mundo, después de las drogas y las armas. Pero más allá de las cifras, es una tragedia moral. No se trata solo de leyes violadas, sino de vidas destruidas. La demanda es el motor del crimen.
¿Quién tiene la culpa?
Tener un mono, un tucán o una serpiente entre otros como mascota, proveniente del tráfico ilegal, no es exótico ni admirable: ES CRUEL. Es contribuir a la extinción, al sufrimiento y al desequilibrio ecológico.
Tener un animal silvestre no es salvarlo. Es robarle su libertad.
Es condenarlo a una vida de encierro, soledad y sufrimiento.
Y es poner en riesgo la salud pública, la biodiversidad y el equilibrio ecológico.
El Tráfico Ilegal de Fauna Silvestre es un Delito. No seas cómplice.
En Guatemala, capturar, transportar, vender o comprar animales silvestres sin autorización es un delito penal, sancionado por la Ley de Áreas Protegidas (Decreto 4-89) con penas de 5 a 10 años de prisión y multas de Q10,000 a Q20,000.
Este delito no solo destruye vidas animales: alimenta redes de crimen organizado, pone en riesgo la salud pública por enfermedades zoonóticas y atenta contra el patrimonio natural del país.
¿Qué podemos hacer?
Protegerlos no es tarea de unos pocos: es responsabilidad de todos. Porque lo que hagamos hoy con la fauna silvestre define no solo qué planeta dejaremos a las futuras generaciones, sino también qué tipo de generaciones dejaremos al planeta.
Lastimar, herir o maltratar a un animal silvestre no es un accidente: es una decisión. Y cada decisión cuenta.
Que nuestras acciones hablen de respeto, de conciencia y de amor por la vida. Porque cuando protegemos a los animales, nos protegemos a nosotros mismos.
Proteger la fauna silvestre no es un favor: es un deber, porque cada animal que muere en una caja es una historia que se apaga. Y cada persona que calla o compra ilegalmente, es COMPLICE DEL TRÁFICO ILEGAL Y MALTRATO ANIMAL.
El CONAP cuenta con el apoyo de socios estratégicos para la atención de la fauna silvestre ya que cuentan con especialistas, equipo, espacio y atención médica veterinaria como los Centros de Rescates ARCAS, Antigua Exótic, IRTRA, el Centro de Conservación Marina, Zoológico Nacional La Aurora, entre otros.
¡COMPRAR NO ES RESCATAR! ¡ES MANTENER EL CICLO DEL SUFRIMIENTO!
Denuncia:
MP: 37568368
PNC/DIPRONA 3032-5596
DIPRONA 40231746 – 45032107
PNC/DIPRONA Escuintla 3047-1121
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Imágenes sensibles con fines de mostrar la realidad que sufren los animales silvestres producto del tráfico ilegal
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